Skip to main content

La confianza en los demás nos hace más felices.

¿Confías en tí mismo? ¿confías en los demás? ¿sabes inspirar confianza? Todo lo que hacemos a diario con nuestra pareja, nuestros hijos, amigos y por supuesto en el ámbito laboral requiere de ese elemento imprescindible que llamamos “confianza”.

La confianza es ese ingrediente intangible que nosotros depositamos en los demás y que al mismo tiempo necesitamos obtener de nuestros interlocutores, sin él cualquier logro resulta mucho más difícil de alcanzar o incluso imposible.

Definir la confianza es complejo, es una fortaleza emocional, es una creencia en uno mismo o en los demás…. es un valor personal y como tal debemos primero cultivarlo para aprovechar sus bondades y después podremos compartir sus beneficios.

Del mismo modo que cuando somos padres, cuando ocupamos puestos de responsabilidad y contamos con personas en nuestro equipo, nuestra capacidad para inspirar confianza es nuestro termómetro para el éxito. Para un “jefe” inspirar confianza no es una elección, es una responsable obligación. Nuestro equipo debe creer en nosotros, debe saber que la persona que tiene al frente le guía por el camino acertado y le va a responder siempre que sea necesario.

Hablar de confianza requiere un doble enfoque:

Enfoque activo:

Confiar: esperanza de que algo/alguien va a dar un resultado determinado.

Desconfiar: convencimiento de que algo o alguien no dará un determinado resultado sino que dará otro opuesto o diferente al deseado.

Enfoque pasivo:

No confiar: sin expectativas respecto a ningún resultado determinado.

Normalmente la desconfianza tiene un pasado objetivable, es más profunda y nos hace más intolerantes.

Para garantizar nuestro desarrollo personal de una forma sana y satisfactoria en todas las facetas de nuestra vida, debemos cultivar la autoconfianza. El talento lo tenemos, debemos sacarlo y pulirlo para que sea útil en el camino que deseamos recorrer.

¿Cómo podemos mejorar en autoconfianza? Debemos conocer muy bien las razones que nos impiden estar seguros de nosotros mismos. De este modo podemos poner el foco en cada una de ellas para resolverlas. Iremos desplazando nuestra actitud insegura por una más segura dando muestras a los demás de dominio de la situación y de autoconfianza. Es necesario tener una actitud abierta al aprendizaje, al cambio, así desarrollaremos aquellas habilidades que hoy nos impiden confiar plenamente en nosotros mismos. Para ello, atrévete a preguntar, a profundizar. Sé curioso intelectualmente.

Como diría José Ortega y Gasset «Quien hace una pregunta teme parecer ignorante durante cinco minutos, quien no la hace se mantiene ignorante toda su vida»

¡Aléjate de las actitudes conformistas, confía lo suficiente en tí, define una meta de crecimiento y marca tu propio rumbo!

Cuando ya hemos trabajado la autoconfianza, podemos avanzar hacia esa competencia emocional más compleja que es inspirar confianza en los demás. Una consecuencia lógica de inspirar confianza es aumentar la colaboración en nuestro entorno, las personas se comunican más y mejor y por tanto se genera un enriquecimiento mútuo.

La pócima perfecta para inspirar confianza:

Sinceridad y honestidad

Humildad

Tolerancia, generosidad y escucha empática

Entusiasmo y convicción

Capacidad para asumir y cumplir compromisos

Para crecer personal y profesionalmente es importante hacer un chequeo de qué personas, cosas o situaciones nos restan autoconfianza y por qué. Después visualizar qué ganamos superando estos obstáculos y activar el botón “ON”

Cultivemos la sana costumbre de aumentar permanentemente nuestro nivel de autoconfianza y ser más confiables, esto nos lleva a sonreír más, contagiar actitud positiva, tener mejores relaciones sociales y al final obtener más y mejores logros.

Recuerda que es difícil que confíen en nosotros si nosotros no confiamos en los demás.

Hasta pronto!

Pin It on Pinterest