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“La locura hace andar y la vergüenza parar”, cada vez que leo o escucho este refrán me hace reflexionar sobre tener ilusiones y la automotivación, vencer miedos y el autoengaño.

El autoengaño es esa manera sutil de mentirnos a nosotros mismos y a los demás que nos permite tener un beneficio a cambio. Es una estrategia mental, generalmente inconsciente, que permite jugar con el curso de la realidad esquivando las situaciones donde afrontar responsabilidades incómodas.

Es algo que practicamos la mayoría de las personas y sólo algunas veces de modo plenamente consciente. Es decir, pocas veces decidimos qué beneficio queremos obtener con él y cuándo dejaremos de usar este mecanismo mental.

¿Qué nos permite el autoengaño? ¿para qué lo usamos?.

  1. Para afrontar las malas noticias, para superar el dolor. Nuestro cerebro filtra la información y logra que se pongan en marcha nuestros mecanismos internos adaptativos.
  2. Para postergar un cambio. Nos decimos a nosotros mismos y a los demás, luego lo haré, me dará tiempo, yo domino la situación. En este sentido también se da el caso de que al realizar un análisis de la situación, la autocomplacencia aparece para que no tengamos que andar por el incómodo camino del cambio.
  3. Para relajar nuestra mente y alejarla de la culpabilidad. Si bien es un noble deseo el de alejar la culpabilidad, el autoengaño no es la estrategia acertada.
  4. Para ajustar el desfase entre expectativas y resultados, alejando así la sensación de fracaso. Cuando dirigimos un equipo esto es especialmente grave, porque no sólo no crecemos nosotros, impedimos crecer también a nuestro equipo. 

Y tú, ¿para qué lo usas?

Sin embargo, ¿cuál es el resultado del autoengaño?

  1. Nos lleva a aplicar la ley del mínimo esfuerzo. Si no cambian las circunstancias no puedo cambiar yo (Personaje calimero). El control de los resultados está fuera de mí, yo sólo recojo y me adapto a lo que hay.
  2. La versión positiva nos lleva a la perseverancia. Mensajes como “Yo puedo, yo lo voy a conseguir” sin duda son positivos, muy positivos! Pero ojo! La perseverancia sin consciencia y sin estrategia nos aboca al fracaso y a la frustración.
  3. Nos lleva a comportamientos prepotentes y egocéntricos. Somos los mejores, los más buenos.. .entonces ¿para qué cambiar?. ( Mi padre siempre decía cuando íbamos por la carretera- seguramente hacia Teruel- y el coche de delante iba muy, muy despacio ¡Para qué va a correr más si va el primero!)
  4. El líder que se autoengaña disfraza la pobreza de resultados y acabará teniendo un equipo desmotivado por falta de logros.

¿Cómo podemos evitar el autoengaño?

Lo primero que nos va a ayudar a evitarlo es entender la diferencia entre automotivación y autoengaño. La automotivación implica ser conscientes de los “por qués”, de los “para qués” y nos lleva a definir los “cómos”. El autoengaño es la justificación constante de mis comportamientos y mis resultados. 

Si quieres evitar el autoengaño, puedes decidir hacer algo así como…

  • No tratar de quedar bien siempre con los demás.
  • Mejorar tu capacidad de autocrítica, buscando tus mejorables. Aprende a evaluar tus acciones. 
  • Escucha con interés las palabras de los demás y también sus silencios. ¡Cuando no entiendas algo, pregunta!
  • Pon en cuarententa las decisiones importantes, en ese período solicita apoyo sincero, la experiencia o conocimientos de los demás puede serte muy útil, tanto para no aparcar una buena idea como para no lanzarte al vacío.

“La puerta del cambio se abre desde dentro”.
Recuerda: “no huyas de la realidad, huye del autoengaño”

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